Gripe aviar II (o la nueva enfermedad del pollo)

Domingo 11 de marzo, Saavedra, Buenos Aires, Argentina. No iban siquiera 30 minutos del primer tiempo del amistoso entre Rocamora y Riboc, que el Pollo ya había discutido con sus compañeros, con el arquero rival, con el canchero, con los ocasionales transeuntes de Manuela Pedraza, con su jefe y, a pesar de no haber colegiado alguno, hasta con el árbitro.

Más tranquilo, un par de horas más tarde, degustando un sabroso asado al aire libre, entre anécdotas y vajillas rotas, el afamado goleador se despachó con un monólogo del que sería injusto privar a las generaciones futuras, o sin ser tan exagerado, a los que no encuadran en la categoría de testigos presenciales del hecho. Palabras más, palabras menos, estas fueron las "gaudiescas" palabras del Pollo.

-"Estoy enfermo. De verdad, estoy enfermo... Me mentalizo que no me tengo que calentar, pero me saco. Es inevitable. No se que hacer. Me tendría que fumar dos porros antes de salir a jugar, así estoy más tranquilo. Pero por más que me lo propongo siempre se me termina saliendo la cadena. Lo que más bronca me da, igual, es cuando discuto con alguien y todos me vienen a decir que me calle, y cuando quiero hacer una apreciación del partido o decir algo en el entretiempo, todos me siguen diciendo lo mismo, como si siguiera maquinando con lo mismo, y nadie me escucha, nadie me escucha..."
-"¿Cómo Pollo? ¿Qué dijiste?"

Mientras Pablo combate contra su desidia y su poco apego al compromiso y Peli contra su adicción al Speed (si, lo combate al speed. Lo que pasa es que está haciendo un trabajo de espionaje desde dentro de las fuerzas del enemigo), el histórico 9 libra su batalla contra su carácter irascible que lo tiene a maltraer.

Completamente fuera de tema. Estoy por cerrar un amistoso para este finde... MAMITA QUERIDA! La única pista que les puedo dar es que la última vez que jugamos el partido fue de 10. Mañana, si lo cierro finalmente, hago el anuncio oficial.