lunes, julio 07, 2008

El sueño del pibe

Martín Esteban Turco Blasi, es un obrero del fútbol. Turquito, como vulgarmente se lo conoce, no fue agraciado por la naturaleza con una técnica fina y depurada. Pero lo que no tiene de dúctil lo suple con una conmovedora entrega física, un acatamiento sumiso al dispositivo táctico y una garra que envidiaría el mismísimo tigre de bengala (?).

El asunto es el siguiente: a lo goleadores, a lo largo de cualquier entrevista, generalmente se les hace un pregunta de rigor. La misma, salvando las alteraciones propias que el estilo personal de cada periodista le pueden llegar a dar, consiste en interrogarlos respecto de cuál fue su mejor gol. O el más importante. O el más emotivo.

Esta pregunta obviamente sólo se le puede hacer a un goleador (que obviamente no es el caso de turquito, con dos o tres goles en toda su extensa trayectoria).

Haciendo un rápido juego mental, podríamos preguntarnos cuál es la pregunta paradigmática que se le podría hacer a un 5 metedor como el nuestro. ¿La mejor patada?, ¿El mejor quite?, ¿El mejor 2-1 defensivo?, ¿El mejor retroceso sin pelota?

Sinceramente, no suenan muy convincentes las opciones.

Bah, no suenan muy convincentes para un 5 común y corriente. Pero Turquito, el 5 de Rocamora, el hombre de lo rulos al viento (?), tiene en su haber un hecho inolvidable en una de esas facetas.

Yo, a casi 10 años del hecho, puedo atestiguar, sin temor a equivocarme, que presencié la ida al piso más memorable de Turquito.

No es un juego de palabras, no se cayó. No señores, Turquito fue al piso, abajo, donde hay que ir. Y no fue contra cualquiera. No. Porque el destinatario de esa barrida era, ni más ni menos, que uno de los grandes cracks que ha dado el fútbol sudamericano del siglo pasado.

Lo corrió, lo alcanzó, lo camiseteó, fue al piso y, finalmente, consiguió lo que quería.

Y eso que el "rival" era el Pibe Valderrama.

La secuencia, en fotos:

"El Pibe Valderrama acaba de desperdigar magia con el poderoso (?) Tampa Bay Mutiny, en un atractivo cuadrangular organizado en Puerto Rico, con otros poderosos (?) combinados como la sub 20 de Costa Rica, el Dinamo Minsk de Bielorrusia y la selección local, cuyo capitán tranquilamente comería banco en cualquier equipo medio pelo de la D de nuestro torneo universitario.



Terminado el partido, y luego de las fotos de rigor, el Pibe abandonó el terreno de juego.



Bueno, en realidad abandonó más que el terreno de juego. Directamente se fue del estadio así como estaba. Con botines y todo pasó caminando por debajo de la tribuna y enfiló por la calle hacia alguna camioneta que lo alejara lo más rápido posible de esa "manga de muertos antifútbol", como seguramente interpreto que habrá pensado.

Con Turquito lo vimos irse y no podíamos dejar la posibilidad de sacarnos una foto con semejante crack, en un momento que seguramente pasaría para la posteridad: foto con el 10, en plena calle y vestido de jugador (?).

El único problemita es que el Pibe no iba solo. Lo acompañaban unos muchachos (con los que después Ingrid Betancourt conviviría 6 años (?) ), bastante intimidatorios.

Pero igual lo corrimos a Valderrama.

Le hice un par de pedidos amistosos para obtener la preciada foto y nada.


Pero acá es cuando apareció toda la entrega de Turquito, toda la experiencia de un 5 curtido con más de mil batallas, que puso al servicio de la empresa su oficio.


Primero lo corrió 100 metros. Después lo camiseteó un par de veces, a pesar de los manotazos del hombre nacido en Santa Marta para sacarse de encima a esa molestia.

No alcanzaba. El Pibe continuaba con su tranco demoledor. Lo que nunca había corrido dentro de un terreno de juego, lo estaba sudando en ese trayecto.

No obstante, Turquito no se dio por vencido.

Y acá viene la parte emotiva (?) de la historia.


Porque nuestro volante central no dudó ni un segundo al ver que se le escapaba.

Y fue al piso...

...A BESARLE LOS PIES.

Conmovido el Pibe por semejante gesto de grandeza, o quizás sorprendido por semejante pelotudez de un pibe con evidentes deficiencias mentales, frenó a su tropa y ordenó:

-Momento Chévere, me saco una foto y seguimos (Bueno, en realidad no me acuerdo qué dijo, pero el "chévere" le da un tono colombiano acorde a la historia)."

El resultado:


Enseñanza para los chicos: Si sos un grande del fútbol de verdad te tenés que ir a tu casa sin ducharte en los vestuarios (?).

(Toda la secuencia fotográfica se la debo a un puertorriqueño hijo de puta, al que le presté la cámara para que nos sacara una foto y me patinó en 10 minutos un rollo de kodak de 36 con cualquier boludez que se le cruzó en el camino)

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