lunes, septiembre 22, 2008

Goles no son amores

Un pelo de concha tira más que una junta de bueyes.
(Rodolfo Speroni, aforista tandilense (?))

"I have a dream (?)"

El fin de semana pasado presencié uno de los momentos más emotivos del año. Se acababa de consumar un nueva derrota y, ante el dolor de lo irreversible, un hombre tomó la palabra y habló con el corazón. La sangre le hervía y el corazón le latía a mil por hora. Pero habló y fue brillante. Describió mejor que un erudito en letras, el significado de la palabra compromiso. Anonadó a las masas con mil y un ejemplos de amor propio. Cautivó con las promesas de tiempos mejores; de solidaridad y compañerismo.


El discurso tuvo cosas de los oradores más reconocidos de la modernidad. La llegada a la gente del Duce, el mensaje de Martin Luther King, la versatilidad de José María Aguilar.
Hasta a los árboles se les puso la piel de gallina.

En un momento dado, giré la cabeza y entre ese público embelesado frente a las sabias palabras del profeta, ví al Zurdo llorar. Intentaba disimularlo restregándose los ojos rojos, generados por las pocas horas de sueño, pero por sus cachetes corrían lágrimas. Lloraba como llora un hombre al que le dicen la verdad, la acepta y se siente en falta. Lloraba ante la verdad incontrastable de las palabras de su interlocutor. Lloraba de emoción.

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Eso fue la semana pasada. No se cuál habrá sido la elaboración del duelo del Zurdo, pero se ve que recogió el guante e intentó sobreponerse ante la adversidad.


El último domingo entró a la cancha con otra actitud. Más predispuesto, más solidario, entregando todo lo que tenía para dar. Sabía que era una parada difícil y no quería volver a defraudar. La suerte le negó el gol una infinidad de goles, pero su perseverancia tuvo premio. A 5 minutos del final enganchó una pelota que sirvió para enterrar definitivamente el sufrimiento de toda esa semana.


Lo ví entonces, levantar los brazos al cielo, bajarlos casi inmediatamente y salir exultante a buscar al hombre que le había abierto las puertas al cambio, a ese gurú que le había enseñado el arte de la responsabilidad. Corrió para fundirse en un abrazo y terminar la historia con un final de novela. Lo buscó con ganas de coronar esa semana de sufrimientos con un apretón nacido del alma.


Pero...


Pero el profeta de la responsabilidad, el zar del compromiso, el as del presentismo no estaba. No estaba jugando. Tampoco estaba en el banco. Directamente no estaba.

¿Y entonces, dónde estaba este personaje que sólo 7 días atrás se había llenado la boca con un sermón moralista envidiable?


Estaba...

...con su novia escandinava paseando en mateo por Plaza Italia y dándole de comer a los patitos de lago del Planetario. Naaaaaaaa...¿En serio? Si.


Bueno pero seguramente fue porque tuvo que buscar a su chica por el aeropuerto. ¿Ah, no? Entonces será porque vino sólo por un par de días y tenía que estar con ella. ¿Qué? ¿Tres meses? Está bien, la razón entonces por la que se ausentó fue porque era la primera vez que venía a la Argentina... bueno, la segunda... ¿Tampoco? Entonces hay que parafrasear al gran Roña Castro: terrible mariposón (?).


En fin. El corazón tiene razones que el fútbol no entiende.


"La puta madre que lo parió. ¡Qué nervios!, ¿Cómo irá Rocamora?"

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