Fecha: Domingo 8 de octubre de 2006. Lugar: En una cancha, al borde la de Ciudad, con el Río de la Plata de fondo. Situación: Miles de fanáticos con camisetas rojas y blancas viendo el partido.
El equipo "local" con la obligación de ganar. No hay margen de error. Si no, la ilusión de pelear arriba se extingue. Ni siquiera el empate es buen resultado. Son los 3 puntos o nada. El equipo viene de racha positiva, sin embargo, aun sobrevuelan algunos de los fantasmas de la irregularidad. Para colmo de males, el delantero emblemático es baja en el 11 titular hasta fin de año.
Las cosas arrancan derechas. Después de un par de salvadas por lado, llega el gol y el 1 a 0. Una buena combinación termina con la bocha en el fondo de la red. Lo más difícil (ponerse en ventaja) estaba logrado. Pero restaba todavía conservar ese gol de diferencia hasta el final.
La alegría dura un suspiro. El empate llega antes de lo esperado. Para colmo de males, uno de los laterales titulares mira el partido de afuera, habiendo abandonado el cotejo por una lesión desafortunada. Todo cuesta arriba. Y encima falta un montón.
Pero aparece la figura del "clásico". Y deleita a toda la gente con dos golazos de antología. Uno de lujo. El otro con una hermosa definición. Que tenía la cabeza en cualquier lado, que estaba agrandado... nada de eso le importó al goleador. Con las dos pepas llega a 6 en el campeonato y es aclamado por los hinchas, admirado por los imparciales y respetado por los rivales.
Con el 3 a 1, el equipo se florea. Podrían haber sido más. El tecla no alcanza a convertir el cuarto. No importa. 3 goles, 3 puntos. Alcanza y sobra. Es tiempo de codearse con los de arriba.
¿Te suena?
No, no es River.
¡¡¡Es ROCAMORA, papá!!!
Igual, como no sacamos fotos este domingo, pongo una del gran "Pipita" Freixas (o "Peli" Higuain -???-).
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