lunes, octubre 29, 2007

Una de arquero



En un par de semanas, Rocamora cumple 2000 días de vida (contados a partir de la histórica remontada del debut). A lo largo de este tiempo, un sinfín de jugadores desfilaron con la camiseta azul y blanca, con suerte disímil. A la camada histórica, la que empezó en el 2002 y carga con mil batallas en su espalda (?), hay que sumarle un segundo grupo de jugadores que ya se convirtieron en habitués (Zurdo, Colombia, Edu, Tomi). Y si hilamos más fino, no debemos olvidarnos de los jugadores baldoseros de la institución: "players" cuyo único aporte estadístico es haber formado parte de la lista de buena fe y, quizás, en el mejor de los casos haber disputado uno o dos cotejos, completamente olvidados por el paso del tiempo.

Dentro de esta bolsa de trotamundos del fútbol hay historias (y de las más exóticas) para todos los gustos. Con poco de esfuerzo se podría escribir un libro relatando las misceláneas biográficas de seres que se pueden jactar frente a sus progenitores de tener ascensos en sus vitrinas a pesar de no haber pisado Ciudad Universitaria. En este popurrí de bizarras anécdotas se destaca una por su mayor peculiaridad: la de Martín Clopet.

No sienta remordimientos si el nombre no le resulta conocido o si el intento de unir el apellido con el rostro es infructuoso. El esfuerzo es en vano porque directamente nunca nadie lo conoció.

La historia de este hombre en Rocamora es más o menos así. Hubo un tiempo en el que Colombia, además de los partidos que programaba el fixture oficial, jugaba su propio partido frente a su irresponsabilidad. Y perdía por goleada. En ese contexto, urgía buscar un jugador número 12, no para que aliente desde el paravalancha sino para que llenara el hueco que dejaba Colombia cada vez que desaparecía los domingos a la mañana. En medio de la búsqueda desenfrenada y contrarreloj ya que se avecinaba el cierre de la inscripción, apareció el nombre de Martín Clopet.

Al dato lo tiró Piojo. Para los que no lo conocen, el Piojo es un especialista en vender fuegos de artificio: mucho ruido, muchas luces, pero al final detrás no hay nada. Ejemplo: si se compró un paquete de maníes y lo fue a comer a la orilla del Río de la Plata, la historia te la cuenta como que estuvo en la costa comiendo una picada al aire libre. En aquella oportunidad hizo gala de su entrenada labia y convenció a la CD, luego de que varias birras pasaran a mejor vida, de que su hombre era el arquero ideal para el equipo.

Hay que reconocer que lo vendió bien. La descripción, que en definitiva fue la que convenció a los hacedores de la lista de 25 de hacerle un lugar, no tiene desperdicio: alto, de buen porte, con experiencia (el nuevo pibe (?) de las inferiores tenía apenas... 37 pirulos!!!), con auto, plena predisposición y saque hasta mitad de cancha(?). Imagínense la crisis del equipo que esto bastó y sobró para que se le hiciese entrega a Clopet de la dorsal 25.

Pero lo más jugosos de la historia viene a continuación. Primera fecha del campeonato (si la memoria no me falla fue en el 2005) y nueva ausencia del Colombia. Los dioses habían predestinado que el debut de Clopet no podía esperar. Las cosas estaban dadas como para que atajase el primer partido, sacara de abajo hasta tres cuartos de cancha (?), atajara dos penales, mantuviera la valla invicta y sea retirado en andas por la afición. Nada de eso sucedió. No sólo no debutó ese día, si no que no debutó jamás.

¿Que fue lo que sucedió? Una lesión lo hizo abandonar el fútbol. ¿En la rodilla?, ¿En el tobillo? No, en el corazón. Así es, en un chequeo previo al comienzo del torneo, su médico de cabecera lo invitó gentilmente y con diplomacia académica a que "se dejara de joder, no se hicera el pendejo y abandonara esa boluda idea de querer jugar al fútbol después de no se cuántos años".

Lo paradójico fue que en ese fatídico 2005, que vio jugar a Rocamora casi el 50% de los partidos con uno o dos tipos menos, a la lista de buena fé la integraba (entre otros casos increíbles ue contaré en otra oportunidad) un tipo ya retirado de la actividad.

Cosas del fútbol...

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