Durante el transcurso de la semana pasada, hubo un tema de conversación y discusión que fue recurrente y que acaparó la atención de la gente que integra el mundo Rocamora (?). La cuestión giraba, siendo bajas seguras Drigo y Pollo, en quiénes serían los encargados de reemplazar a los dos goleadores del campeonato en la delantera del puntero.
El pájaro era una fija. De hecho, el hombre de los mil apodos (perro, pájaro, tecla, pecho, milanesa, misil, cendoya, poli, etc), venía siendo titular indiscutido, aunque con una salvedad: su rol siempre se había limitado al de coequiper ideal del emperador del gol. De cualquier modo, su presencia en el frente no estaba en duda.
Si, en cambio, se discutía (y mucho) quién sería el otro hombre de ataque. Se barajaron mil opciones, pero ninguna convencía del todo. Ninguna convencía, hasta que alguien tiró un nombre y una explicación que fueron tan concluyentes que no dejaron lugar para el disenso. Sin dudas, él era el hombre indicado para jugar de 9.
En realidad, trato de ponerle suspenso a una situación que, quizás en su momento la tuvo, pero ya no la tiene más, porque todos saben que jugó el zurdo y que la apuesta en el jugador de las mil posiciones (arquero, 3, 6, doble 5, volante por izquiera, enganche, 9) hizo saltar la banca: buen partido y gol clave.
Lo que probablemente pocos sepan es porqué la dirección técnica del equipo se decidió por el hombre de Areco.
La respuesta hay que buscarla en la historia: todavía es recordada aquella memorable vaselina para marcarle el 2 a 0 a Bolilla III en la cancha 7. Con ese pergamino, la única indicación que recibió el zurdo fue, "Andá, tirale el fantasma de la picada del 2006".
¡Vaya si lo tiró!
El pájaro era una fija. De hecho, el hombre de los mil apodos (perro, pájaro, tecla, pecho, milanesa, misil, cendoya, poli, etc), venía siendo titular indiscutido, aunque con una salvedad: su rol siempre se había limitado al de coequiper ideal del emperador del gol. De cualquier modo, su presencia en el frente no estaba en duda.
Si, en cambio, se discutía (y mucho) quién sería el otro hombre de ataque. Se barajaron mil opciones, pero ninguna convencía del todo. Ninguna convencía, hasta que alguien tiró un nombre y una explicación que fueron tan concluyentes que no dejaron lugar para el disenso. Sin dudas, él era el hombre indicado para jugar de 9.
En realidad, trato de ponerle suspenso a una situación que, quizás en su momento la tuvo, pero ya no la tiene más, porque todos saben que jugó el zurdo y que la apuesta en el jugador de las mil posiciones (arquero, 3, 6, doble 5, volante por izquiera, enganche, 9) hizo saltar la banca: buen partido y gol clave.
Lo que probablemente pocos sepan es porqué la dirección técnica del equipo se decidió por el hombre de Areco.
La respuesta hay que buscarla en la historia: todavía es recordada aquella memorable vaselina para marcarle el 2 a 0 a Bolilla III en la cancha 7. Con ese pergamino, la única indicación que recibió el zurdo fue, "Andá, tirale el fantasma de la picada del 2006".
¡Vaya si lo tiró!
(Merecida birra después del partido. Cada uno cumplió con su parte (?) )
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