Vivió, murió y resucitó en el último minuto

EN EL CIELO

Primer tiempo soñado. El equipo concentradísimo, corriendo como siempre y jugando como nunca. Achicaba bien para atrás y arriba no perdonaba. 3 llegadas (¿la del gol de Drigo la tengo que contar también?) y 3 goles. Definiciones implacables. Por fin estábamos ligando. La mística de equipo bajapunteros (?) había vuelto. El toque de Winning se diluía en los metros finales y su arquero tenía ganas de volverse a su casa cuanto antes. El 3 a 0 final del primer tiempo era un poco exagerado, pero representaba un premio a tanto esfuerzo.

EN EL INFIERNO




Segundo tiempo de locos. Así como en la primera mitad no les había salido nada, en la segunda etapa le salieron todas. Desde goles bien elaborados hasta otros que se los servimos en bandeja. De afuera del área, de cabeza, mano a mano... Cada llegada equivalía ir a buscarla al fondo de la red. Todo mérito del rival. Y a diferencia del primer tiempo, nuestras llegadas no se concretaban en el marcador. La debacle marcó su punto cúlmine faltando 5 minutos: 4-5. Completamente insólito.

VOLVER A VIVIR

Minuto 43. Tercer tiro libre al borde del área. Todo Rocamora volcado arriba con la premisa de matar o morir. El tiro libre de Peli ejecutado 5 minutos antes se había ido besando el palo. Pero esta vez el hombre de Jardines del Rey no perdonó. Colosal zurdazo al medio del arco. Inatajable. El alma vuelve al cuerpo. Heroico empate sobre la hora, venciendo a la adversidad.

Parecía ganado, parecía perdido, al final fue empate. Jamás me tocó vivir un partido así en mi vida. Mas allá del sabor agridulce por haber estado 3 goles arriba y no haber podido ganar, nos tenemos que ir con la cabeza alta a nuestras casas. Vamos por el buen camino. Hace un par de semanas dije que de acá a fin de año no íbamos a perder más. Hoy lo reafirmo y redoblo la apuesta: de acá a fin de año vamos a ganar todos los partidos.