Lo bueno (?) de jugar 3 años seguidos en la misma categoría es que a medida que pasa el tiempo, se va forjando una historia especial con cada equipo que la integra (y, obviamente no consigue ascender/descender). Goles, jugadas, insultos y otras misceláneas se acumulan con el correr de los partidos y cada nuevo enfrentamiento aumenta la rivalidad; la pica por aquella patada o la bronca por aquel caño.
Copetín, en ese sentido, tiene un amplio y jugoso historial (¿O debo decir prontuario?) con Rocamora. Jugadores, árbitros y dirigentes (?) coinciden con que es un equipo difícil, mañoso y que lleva al reglamento hasta los confines de su jurisdicción... y lo estira un poquito más. No es extraño entonces ver como sus jugadores son suspendidos o sus partidos interrumpidos por hechos de violencia en las listas que publica el tribunal los jueves al mediodía.
Los antecedentes de Rocamora con el equipo violeta hasta el domingo, databan de dos nebulosos empates (uno heroico, con 9 hombres, poco recordado por la afición), ambos en la cancha 2. Sin embargo, sí son recordados estos cotejos por cuestiones extrafutbolísticas (llámese grescas) que involucraron al Pollo (2005), al Tecla (2006) y al arquero copetinesco (2005/06). Cabezazos, trompadas, expulsiones y clima enrarecido fueron una constante en los dos cruces que registraba el historial.
Por eso, ante la inminencia del partido del último sábado, muchos temían lo peor. Los dos equipos se jugaban mucho (peleando en los dos extremos de la tabla), se volvían a ver viejos conocidos, en la cancha 6 (terreno proclive a ver patadas de más), etc. Pero el que esperaba lo peor, se llevó un fiasco. El comportamiento de ambos fue ejemplar y sólo hubo un jugador que desentonó (¡Y cómo!), y por eso le voy a dedicar los últimos párrafos de este post.
El 9 de Copetín (de él se trata), arribó al terreno de juego haciendo slaloms. No hacía falta ser un soberbio observador para darse cuenta de que se había tomado hasta la molestia la noche anterior, y que su noche, en realidad, todavía no había terminado. A lo gritos, insultándose con un compañero, por un pasillo que quién sabe de dónde viene, hizo su entrada triunfal. ¿Número puesto para el banco? Para nada. Jugó de titular, y a pesar de haber recambio (?), permaneció arriba, firme en su puesto y destilando alcohol por sus poros.
Y fue durante el partido donde se vio lo mejor de su show: llegó tarde a todas las pelotas, dejando la pierna un poco (?) más de lo aconsejable, encarando a los insultos a quién se atreviese a protestarle al árbitro ("esto es fútbol, p.... Bancatela (?) ), recriminándole pases mal dados a sus compañeros de apodos graciosos, cometiendo faltas insólitas (como el empujón de atrás a Cole cuando la pelota se iba al saque de meta) y enojándose con el referí frente a cualquier laudo contrario a sus pretensiones. Buscó infructuosamente llevarse alguno expulsado, pero no logró que nadie se prendiese en su juego (ni siquiera Tomi que sabiéndo la importancia de lo que se estaba jugando permaneció como un duque frente al escupitajo facial (?) que recibió como agradecimiento por un delicioso tubo contra la raya).
In sólitamente le dejaron patear el tiro libre indirecto dentro del área que tuvo Copetín faltando dos minutos. Y más insólito aún, lo metió. A los trompicones se metió en el arco para buscar la pelota e intentar la hazaña. Mientras retiraba el esférico, y ante el amague de tirarle la pelota lejos, se despidió con una frase de su autoría, que seguramente va a quedar por siempre en el recuerdo (?): "Poné la gamba, LCDTM".
Un personaje.
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