Empate amargo

Faltó punch, peso ofensivo, hilar fino, precisión en la zona de fuego, la puntada final, el broche, el moño, el último toque... llamalo como quieras. Pero evidentemente hubo la carencia de ese elemento que te hace, en un partido cerradísimo con todo el rival metido atrás, llevarte los 3 puntos.

Es complicado jugar contra un equipo que hace tiempo desde los 5 minutos de la primera etapa, que sólo te crea una situación de gol y a los 93 minutos, que no propone nada y que te espera atrincherado en su área. Muy complicado. Así y todo se pudo haber ganado: si el cabezazo de juampi entra (todavía no entiendo como fue gol) hoy estaríamos hablando de otra historia. Pero el arquero sacó esa (y todas las demás), para darle forma a un cero a cero que vinieron a buscar y que nos deja un gusto amarguísimo.

Rocamora sigue sufriendo el mal de los equipos chicos. Así como el que se acuesta con chicos amanece mojado, el que juega con ellos se vuelve seco a su casa. Causa gracia ver que de los equipos que tenemos arriba les ganamos o al menos empatamos (salvo el puntero que nos ganó alambrando), pero dejamos puntos en el camino con todos aquellos que pugnan por no descender. La historia de Rocamora siempre fue así (triunfos épicos con los grandes, derrotas inexplicables con equipos de cuarta), y con la historia no se puede.

Antes de concluir, no debo soslayar el mal de ausencias para explicar el porqué del cero en el arco rival. Ninguno de los "fantásticos" estuvo en el 11 que paró Rocamora para frontar la fecha 17. Entonces, el equipo careció de esa cuota de talento que te abre un partido como el del domingo, de esa genialidad que rompe los esquemas, de ese tiro libre sobre la hora inatajable para el arquero.
Ni Pollo (con su pierna maltrecha poco hubiese podido hacer), ni Peli (viendo a los Muñoz´s boys ir para atrás con Velez -¿o es que son así de malos?-), ni Drigo (¿Es verdad que se quedó viendo Cartoon Network con los "nenes" de Bordolino), ni el zurdo (de viaje por Areco), ni Edu (???) jugaron. Y una mano de truco sin anchos podés ganar, pero un partido entero se complica. Sólo te salva una falta envido (llámese un gol de pelota parada, un cabezazo salvador, etc).

Ahora quedan dos finales que hay que ganar y después agarrar la calculadora. En una situación así necesitamos de un jugador más que de ningún otro: Turquito, empezá a contar.