Un escalofrío nos corrió por la espalda a todos los que escuchamos esa frase. La tonada caribeña, sumada a la rareza del insulto, le dio un tinte mafioso a la situación. Así lo sintió también la persona con la que estaba "intercambiando opiniones", que pasó de un "Te mato al final del partido" a un "a la salida, sacámelo, que si no le voy a tener que pegar (?)", mucho mas moderado y que entre líneas se podía leer como un ruego para no tener que vérselas con el patrón colombiano.
¿Qué quiso decir el número 1? Ni idea, pero reconozco que tampoco quiero saberlo.
Hubo alguno que estaba viendo el partido que jura que dos autos con vidrios polarizados estacionaron a metros nomás de la cancha, con las balizas puestas, instantes después de la pelea. Realidad o ficción, quién sabe. La cuestión es que pocas veces escuché una frase más amedrentante que esa, sin tener que recurrir a improperios o medios coativos directos.
Por eso: Fer, no sé de dónde venís... pero yo soy tu amigo, eh??
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