El domingo reaparecía Drigo en Rocamora después de 4 meses y unos cuantos días. Más precisamente su última actuación había que encontarla en noviembre del año pasado, en aquel escandaloso partido frente a Cippoletti, que incluyó pelea y ulterior expulsión del 10 (¿Que hace poco Drigo jugó el 2t contra Junín? Sí, ya se. Pero esos 40 minutos lejos estuvieron de poder considerarse un partido mas o menos serio, y además -y más importante- me caga la nota (?) ).
Cuestión, el polifuncional volante retornaba luego de la suspensión, con su promesa de nunca más reaccionar frente a las ocasionales provocaciones o a las desleales patadas. Aún estaba fresca la tinta del mail (?), en la que reconocía sus reacciones "cabezatermistas" e imploraba una amnistía, con promesa de irrepetibilidad del hecho.
Y el domingo era la vuelta. Y nada más ni nada menos que en la mítica cancha 6, la de los incidentes.
Y el domingo era la vuelta. Y nada más ni nada menos que en la mítica cancha 6, la de los incidentes.
Entró en el entretiempo y, contados por segundero oficial FIFA, fueron apenas 18,3 segundos lo que tardó en calentar el amistoso. Motivos tuvo, ya que luego de una de esas nefastas entregas a dividir del narigón (pregúntenle al piojo sino, que todavía tiene un tapón marcado desde el año 2003 por un pase así), le entraron duro y parejo, sin que ese zoquetito displicente con el que ingresó a jugar pudiera evitar el dolor del golpe.
Allí mismo comenzó su show, que habrá durado unos 20 minutos, pero que le alcanzaron para pelearse con medio equipo rival, criticar al árbitro, recibir patadas, tirar un caño y hasta hacer un gol, que encima fue de cabeza (mérito del trabajo de la plaza). Cansado por el trajín del fin de semana y con el partido recalentado como pizza de sábado a la mañana (?), pidió el cambio para culminar su obra maestra.
Para tranquilidad de todos (?), su técnica sigue intacta. Su cabeza de termo también.
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