domingo, julio 29, 2007

Vida de trotamundo

Hay historias dignas de ser contadas. Son biografías de hombres que desde el llano y alejados de las encandilantes luminarias de la fama, forjan día a día el destino y la grandeza de la patria. Personajes ignotos, sumidos en la oscuridad, que raramente reciben el reconocimiento que se merecen y que sólo en contadas ocasiones son arrebatados por la fuerza del ostracismo al que la vida los sentencia desde su nacimiento.

Hoy les quiero acercar la vida de uno de ellos para hacer, al menos parcialmente, un poco de justicia por mano propia. No se si es el reconocimiento que se merece aunque creo apropiado hacer llegar al público lector la historia de este guerrero de la vida.

La primera (y única) vez que lo vi, lucía unas humildes zapatillas, jeans gastados, una colorida campera y un gorrito de lana con colores jamaiquinos. El simple observador se lo podría confundir con un acomodador de autos, un planillero de la uba o un coordinador del torneo interno. Pero no. Era director técnico. DT de profesión y DT de alma.

Apenas concluida una cordial frase de saludo, típica para romper el hielo, el tipo comenzó con su monólogo. "Mostró las credenciales", dijo alguno por allí. Probablemente tomó conciencia de que como pocas veces en su vida, había varios pares de oídos prestos a escuchar su sabiduría, adquirida a través de largos años de trabajo, a veces remunerados por triunfos y otras no tanto.

Como sea, bastó ese pequeño pie, para deleitarnos con la historia que ahora les intento retransmitir. Comenzó rememorando sus comienzos. Había salido campeón a los 9 años. No dijo de qué ni de dónde. Pero era campeón. Ni segundo ni tercero. Campeón. Desde el arco había comandado a la escuadra invencible que dirigía su papá. Y se había coronado, aunque con una pequeña salvedad: su padre lo había colgado justo en la final por miedo que recayeran en su persona los posibles yerros que se mandara su sucesor en el encuentro trascendental. Un golpe duro de digerir.

Tuvo revancha, sin embargo a los 12, cuando nuevamente fue campeón. Tampoco sé a ciencia cierta de que campeonato y si su padre aún permanecía en el cargo. Pero revitalizado por el nuevo éxito continuó su derrotero ganador, hasta que que se convirtió en lo que es actualmente: director técnico.

Para eso contó con la inevitable colaboración de su ayudante de campo, un personaje bastante particular, que también había sido arquero y campeón (¿habrá sido el que finalmente terminó atajando aquella recordada final?) y que tenía como mascota un perrito lanudo blanco, al que abrigaba con una casaca de San Lorenzo.

Con su compañero de ruta había vagabundeado por todos los torneos habidos y por haber, aquellos de canchas áridas y poceadas, arcos sin red y pelotas pétreas, hasta que finalmente aterrizó en Laser Quest, club al que dirigía en la actualidad. Esa, a grandes rasgos, era su trayectoria.

Pero a sabiendas de que era insuficiente apenas esbozar sus experiencias anteriores, nos regaló un par de perlitas imperdibles: destacó a un jugador rival porque "les hablaba a sus compañeros y parecía un profe de educación física (?)", confesó haber mandado atacar por la punta del zurdo en el primer tiempo porque "ese pibe estaba fusilado físicamente desde los 10 minutos" y se lamentó de la poca experiencia de sus jugadores ("son pibes que tienen buena técnica, pero no saben como usarla; no saben tirarse, no saben hablar con el juez, son inconstantes").

Finalmente, tanto yo como el resto de los presentes, le reconocimos el buen nivel de su equipo y su paternidad para con Rocamora, que afortunadamente había sido cortada el domingo. Henchido de orgullo nos agradeció, explicando sus tácticas, aunque luego reconoció que el no había dirigido en las victorias anteriores y su único cruce con Rocamora había sido el del domingo. Es decir, el de la única derrota de Laser Quest en su historia.

Se despidió y se fue silbando bajito, buscando nuevos rumbos en los cuales poder seguir acumulando experiencia. Un personaje. Como el Adolfo, reconocido yeta de la UBA. Como aquellos que nos entrega el fútbol interno de la Uba domingo a domingo.

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