"Los goleadores son así", comienza una de las frases más pelotudas de la "jerga" del fútbol.
Yo no sé como son los goleadores, porque a lo largo de mi vida he vista tantos que me se me dificultaría en demasía encontrarles un rasgo que los distinga de los restantes seres humanos, salvo, claro está, el de marcar goles.
Lo único que puedo afirmar, con total certeza, es que los goleadores son más proclives a caer en irregularidades que los restantes jugadores. Probablemente ese fenómeno se deba a que cuando un goleador marca se lo ensalza como si hubiese liberado a la patria, fundado dos colegios e inventado el dulce de leche. Y cuando no marcan, la taba se da vuelta y son castigados por salir de farra (?), no colaborar con la marca y ser partícipes del endeudamiento del país a nivel internacional (?).
Nuestros dos goleadores no son ajenos a este sube y baja en el que viven los especímenes de su "raza". Y pasan del Olimpo al infierno en cuestión de semanas, días e incluso minutos.
Que lo diga si no el Pollo, que venía del marcar el hattrick más espectacular de su carrera la semana pasada, y que este fin de semana se tuvo que retirar de la cancha antes del final por una discutible doble amarilla.
O que pregúntenle a Drigo si no. Que pasó de una mini racha de 3 partidos sin marcar, a definir un partido durísimo contra un equipo al que nunca habíamos podido vencer, para pegar el salto a la punta y reivindicarse de su penal errado frente al mismo rival en la temporada 2005..
Hoy estás arriba con un gol, mañana estás abajo con una expulsión. Un penal y una pena. Cosas de goleadores.
(Desde afuera la vida es más gris. ¿O no, Pollo?)
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